III RUTA NOCTURNA DE CARCABUEY: UN PASEO POR EL PASADO

Un espectáculo muy especial ha sido el ofrecido por el Área de Cultura del Ayuntamiento de Carcabuey durante la madrugada de ayer, domingo, en la III Ruta Nocturna de Carcabuey-2013, con la colaboración del Grupo de Teatro de la asociación de Amas de Casa, el grupo teatral Carcomedia y otros voluntarios ocasionales. ..... 

Durante casi cuatro horas de recorrido, las alrededor de trescientas personas asistentes tuvimos la ocasión de escuchar y ver una selección narrada y dramatizada de historias, leyendas y escenas costumbristas de la vida local del Carcabuey del siglo pasado, intercaladas con otras de temática poética que venían muy al caso en una espléndida noche de verano, en un entorno tan natural y bucólico, como el de los arroyos y arboledas de ribera de los alrededores del pueblo....

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El itinerario se inició en el Parque Municipal, con la explicación pormenorizada, por parte de Rafael Pimentel, de la evolución de ese espacio, desde que fue el huerto “de las monjas” hasta el espacio público que es hoy, pasando por su uso como escenario improvisado de festejos taurinos.
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Partió el paseo discurriendo por la zona norte del pueblo hasta llegar a la calle Las Palomas, retrotraída sesenta u ochenta años en el tiempo para que pudiéramos presenciar una escena cotidiana de vecindad, propia de cualquier pueblo andaluz de ambiente rural, en época estival, en la que -tal y como nos explicó la narradora, Carmen Mª Rico- las sofocantes calores en casas pobres y mal pertrechadas hacía que la calle cobrara vida en las horas de sosiego del anochecer: hombres tejiendo cestas o hueveras mientras comparten vino “en aparcería”, mujeres en animada tertulia al tiempo que desgranan mazorcas, cardan lana o zurcen calcetines, niños jugando, mocitas cantando y danzando en rincoros, algún que otro “roce” o discusión entre vecinas, el vendedor ocasional con su cesta en el brazo, novios tratando de sortear a la madre vigilante o con “ganas de reñir”, siguiendo el sainete de los Quintero ...
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La siguiente parada tuvo lugar en la fuente del  Cañuelo, en la que la casilla que hay en el paraje había sido habilitada como taberna, haciendo de terraza para la ocasión el propio llano empedrado de la fuente. En ese pintoresco entorno se revivió una escena propia de las horas de asueto que sucedían a las de duras faenas en nuestro ardiente campo: bebedores charlando, jugando a las cartas o “arremetíéndole” a un sabroso “picaíllo”, mujeres que acuden a reclamar al marido que se excede en la bebida o en las horas que lleva fuera de casa… y –¿cómo no?- la presencia de ese arte singular, de rancio abolengo y con tanta tradición en estas sierras Subbéticas: el trovo popular, interpretado por los poetas, el Caco y el Dominguillo, que ilustraron con sus versos las minuciosas explicaciones ofrecidas por el narrador.
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Dejando atrás el casco urbano nos adentramos por un estrecho sendero hasta llegar a un camino en las afueras del pueblo que nos condujo al pequeño rellano en el que se nos contaron nuevas historias de la vida local, relacionadas, esta vez, con la actividad pecuaria que ha predominado tradicionalmente en Carcabuey: la ganadería caprina; ofreciéndonos detalles curiosos sobre los tres tipos de cabreros que confluían en el pueblo, la gama de esquilas que se colocaban al ganado y su función en la piara, etc., al tiempo que pudimos observar y escuchar el sonido de un alambre completo de éstas, junto a otros útiles para la fabricación de queso y el sustento de la vida del cabrero en la sierra.
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Continuando por caminos de la zona llegamos hasta el Llano el Fausto, donde tuvo lugar el siguiente encuentro, en el que, en un espléndido escenario natural, junto al agua corriente de un arroyuelo y una frondosa vegetación en torno suyo, se escenificó a Rosalía de Castro escribiendo y declamando unos tristes versos de despedida de sus lugares queridos, que se recogen en su famoso libro de poemas, Cantares Gallegos.
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Desde allí, caminando campo a través y atravesando una membrillera, accedimos a un erial que se había cubierto de pajones para simular un campo de mieses en el que se representó una escena de siega y de espigadoras, en la que tras las prolíficas explicaciones  de estas faenas por parte de la narración de Conchi Sicilia y Nono García, se entonó al aire libre, en el propio escenario natural y con muy escasos medios acústicos, la canción Las Espigadoras, de la conocida zarzuela, La Rosa del Azafrán.
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Tras salir al camino Los Carneros y en uno de los pequeños montículos que hay por la zona, cubierto de encinas y de algún tronco caído, tuvo lugar la siguiente parada: una breve escenificación de la poesía de José María Gabriel  y Galán, El vaquerillo, que fue recitada por Antonio Osuna, sabiendo reflejar el dramatismo de la vida difícil y sometida a múltiples tareas, escollos y peligros de un pequeño pastor de vacas explotado a una temprana edad -impropia para el desempeño de esas responsabilidades- literariamente expresado a través del lamento del propietario del rebaño cuya conciencia se ablanda al tomar contacto con la realidad que sufre el zagal cuando decide dormir una noche junto él.
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Si bien las dos primeras escenas tuvieron una gran vistosidad y espectacularidad debido a su pintoresco costumbrismo, de estas tres últimas hemos de decir que como espectadores de las mismas tuvimos un gran privilegio que muy pocas personas podrán disfrutar a lo largo de su vida, como fue el de presenciar esas sencillas interpretaciones literarias y musicales en un escenario puramente natural, con únicamente las estrellas como telón de fondo y bajo la magia y el encanto especial que proporciona la oscuridad en esas horas de la noche.
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Desde allí y siguiendo el camino en dirección a la salida del pueblo por la antigua carretera de Priego, tras contactar con la misma, subimos hasta una antigua era donde tuvo lugar la penúltima escena del recorrido: se trataba de la explicación de la importancia de los animales de carga en nuestro mundo rural anterior a la mecanización y de cómo se aparejaba una bestia, desgranándonos los narradores el nombre de cada una de las piezas del aparejo, en tanto presenciábamos una perfecta ilustración de la tarea a cargo de José Zamorano y el joven Sergio sobre la burra Estrella.
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Desde este lugar continuamos el recorrido por la empinada subida que nos conducía de nuevo al pueblo llevándonos hasta la calle Carnicería, para continuar después por la calle Cañuelo, carriles de la ladera del Castillo y calzada de subida al mismo hasta desviarnos a la pedriza donde finalizó la ruta con la interpretación por parte de Mª Paz Baena y Clari Sicilia -acompañadas  por Juan Poyato (bandurria), Mª Dolores Castro (flauta travesera) y José Ángel Luque (guitarra)- de canciones sefardíes que los judíos españoles entonaron por allí donde fueron en su diáspora, tras ser expulsados de España, y en las que, en lengua ladina, expresaban sus lamentos y añoranza por la pérdida de su tierra querida.
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La lectura posterior -por parte de Antonio Osuna y Mª Carmen García- de algunos pasajes de la Numantina, obra del ilustre descendiente de carcabulenses, del siglo XVII, Francisco Mosquera, en la que Carcabuey es citado en numerosas ocasiones; y, por último, la propia Clari Sicilia haciendo resonar su voz a capella desde el interior del Aljibe mientras andaba por el agua, pusieron fin a las actuaciones de una noche inolvidable.
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En definitiva, una ruta singular, difícil de parangonar entre las actividades turístico-culturales que suelen celebrarse en distintos lugares durante el verano, por lo exquisitamente ideada y preparada, sin contar apenas con medios técnicos y que se ganó con creces el reconocimiento y admiración de los muchos espectadores-caminantes que tuvimos la ocasión de presenciarla.