LAS RAZONES DE UN ADELANTO ELECTORAL
A falta de un año para que finalizase la
legislatura, margen suficiente para haber podido cumplir el pacto de progreso
que suscribieron conjuntamente al inicio de la legislatura IU-CA y el PSOE de
Andalucía, la presidenta de la Junta, Susana Díaz ha roto unilateralmente ese acuerdo
impidiendo sacar adelante un conjunto de leyes que aún quedaban pendientes,
como eran la de Renta Básica, la Ley de Agricultura, la de Igualdad y contra la
Violencia de Género, la de Banca Pública –cuyo anteproyecto ya había sido
aprobado- o el decreto de Garantía de Suministros Vitales.
Normas, todas ellas, que formaban parte del
compromiso legislativo entre ambas formaciones políticas y a las que el
Gobierno Autónomo le iba dando largas hasta el punto de llevar a IU-CA en la
Asamblea Balance, celebrada en Bormujos el pasado diciembre, a hacerle una
seria advertencia a Susana Díaz sobre las posibles consecuencias de su no
aprobación en un plazo razonable de seis meses. Esto, junto a la exigencia de
una comisión que investigara distintos focos de corrupción en la que –como no
podía ser de otro modo- no cabría excluirse el escándalo de los Cursos de
Formación.
La reacción de la Presidenta de la Junta de
Andalucía no se ha hecho esperar acusando recibo de la “inestabilidad” generada
por estas declaraciones políticas de IU-CA, excusándose en la misma para expulsar del Gobierno Andaluz de los consejeros de esta formación y convocando elecciones anticipadas; cuando la realidad es que esa
inestabilidad era perfectamente evitable si el Gobierno que preside tenía
verdadera voluntad de cumplir con lo firmado y si era sincero el compromiso
manifestado por Susana Díaz contra la corrupción y que cualquier cargo público de una sociedad
democrática ha de demostrar.
¿Cuáles son entonces las verdaderas razones para
este adelanto electoral? Dejando a un lado su posible orgullo herido ante la
llamada de atención del socio “menor” y de un cierto tic de soberbia que ha dejado
traslucir, desde nuestro punto de vista, dos son las razones fundamentales que han
podido llevarla a esa drástica determinación: por un lado, el evitar dar
cumplimiento a unas políticas de izquierda que se encontró pactadas por su
antecesor, que nunca habían sido puestas en marcha en 30 años de gobiernos
autónomos socialistas y en las que personalmente no cree, puesto que chocan con
su concepción política posibilista y social-liberal que la hacen rehuir de
cualquier enfrentamiento con los grandes poderes que están haciendo pagar la
crisis al pueblo llano mientras salvaguardan sus intereses.
Y, en segundo lugar, un cálculo electoral a la
medida de su interés político partidista y personal. A nadie se le oculta que
en estos momentos de hundimiento electoral del PSOE en el conjunto de España,
celebrar unas elecciones allí donde las encuestas le dan unos puntos por encima
de la media española podría beneficiar a este partido de cara a las elecciones
municipales y generales que se celebrarán en este 2015, mientras que unos
resultados presumiblemente negativos en ambos comicios podrían, por el
contrario, influir negativamente en los que pudiera obtener el PSOE andaluz en
las elecciones autonómicas de celebrase el próximo año, como correspondería.
El PSOE andaluz ha creído, además, poder
beneficiarse, con esta maniobra, del contratiempo que supone para sus oponentes
políticos, a los que ha pillado por sorpresa –incluso a algunos en fase de
organización-, al no contar su estrategia con esta eventualidad en el
calendario electoral previsto para el presente año.
La secretaria de los socialistas andaluces ha
debido hacer también sus cálculos sobre el afianzamiento del propio liderazgo
personal en el seno de su partido que podría reportarle un resultado
previsiblemente mejor para el PSOE en los comicios autonómicos de Andalucía que
en las elecciones municipales del conjunto de España. Y no es descabellado
pensar que pudiera tener previsto en la recámara la utilización de ese liderazgo al
servicio de operaciones internas de partido, si no para lanzarse de modo
inmediato como candidata a la presidencia del gobierno, sí para apoyar a algún otro
u otra distinto/a al actual secretario general, que parece ha dejado de ser de la
confianza de una Susana Díaz a la que no debe gustarle mucho el tenue viraje a
la izquierda –en realidad, solo en el lenguaje- con el que Pedro Sánchez, trata
de sacar al PSOE de su actual debacle. La Sra. Díaz prefiere, sin duda, seguir una
senda de moderación, como la que marcó, durante su amplia etapa de Presidente del Gobierno, su admirado Felipe González, quien optó en su momento por pactar con la derecha catalana en lugar de entenderse con IU, y hoy claramente
decantado por una alianza del PSOE con el PP
antes que con la izquierda.
A falta de apostar por la recuperación de las
esencias perdidas del socialismo, como plantean algunos de sus compañeros, la buena
señora ha optado por envolverse en un populismo simplista de mensajes vacuos en
los que dice actuar en nombre de todos los andaluces, cuando lo cierto es que
su incumplimiento del acuerdo de gobierno, su innegable estafa, no ha sido sólo
con IU-CA sino con la Andalucía del progreso, con la mayoría de los andaluces que
no podrán verse favorecidos por las políticas que ella ha truncado.
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